Parabola del Cielo y el Infierno




Paul L. Kordis dice que en la vida podemos ser Tres cosas: Carpa, Tiburón ¡O Delfín!

Somos Carpas cuando asumimos una Actitud de Victimas.

Somos Tiburones cuando "Engullimos" a otros para satisfacernos a notoros mismos.

Somos delfines cuando nos Adaptamos Creativamente a las Cirustancais y ayudamos a otros en el camino.

 

Las Carpas y los Tiburones creen que la vida es así. Que o "engañas" o eres "engañado". Que "o pisas o te pisan".

La carpa no quiere pisar a nadie, porque eso no le gusta, así que se mantiene siempre flaca e indefensa.

 

Eso causa que la Carpa siempre sea Engullida por el Tiburón.

 

 La visión de uno, alimenta la visión de otro.

 

Pues tanto la Carpa como el Tiburón creen que "el mundo es escaso" y que "no hay suficiente para todo".

 

La carpa quiere "ser buena", así que se Sacrifica y "sufre con la escased".

 

Mientras que el Tiburón no tiene escrupulos y "se come" a todos los demás, antes de que le coman a él. Así va Manipulando por la vida.

 

 

Sin embargo, el Delfín es ajeno a todo esto.

 

Proque el Delfín es el único que puede Ver las Minas de Diamantes. El Delfín sabe que el Mundo es Abundante y que hay DE SOBRA para tdoos.

 

Y por tanto no necesita aprovecharse de nadie para satisfacerse. Sabe que es posible ganar, sin que otro tenga que perder. El Delfín sabe que la vida es Abundante y que lo más Eficaz es adoptar una filosofía de "Ganar-Ganar".

 

¿En qué consiste el "Ganar-Ganar"?

 

Ganar-Ganar consiste en que tu Ganas, cuando le haces Ganar a otra Persona.

 

De esta forma los dos saliis beneficiados y construiir un mundo un poco más Rico y Abundante.

 

 

Parabola del Cielo y el Infierno

 

Un hombre murió en su lecho de muerte y como había sido un hombre Muy Bueno, le dieron a escojer entre pasar la Eternidad en el Cielo o el Infierno ¡Como él quisiera!

 

Como cuando estaba vivo, había sido Profesor de Lógica, pidió que le mostraran el Cielo y el Infierno, para poder escoger con Lógica.

 

El Angel estubo de acuerdo a esa petición, así que primero le llevó al Infierno.

 

En el Infierno, el Hombre vio una GRAN MESA.

 

En la Mesa estaba servido un Maravilloso Banquete. Había en la mesa los Manjares Más Exquisitos que se pudiera imaginar.

 

Al ver esto el hombre dijo "Ah! No está nada mal!". PERO ENTONCES miró a las personas que estaban sentados en las mesas.

 

Todo estaban Delgadisimos, casi en los huesos. Se les veía Verdaderamente Ambrientos. Su lengua caía por un lado de su boca, hinchada de tanta Sed. Todos estaban Llorando, Lamentandose, Sufriendo.

 

El hombre, que había sido Muy Bueno cuando vivió, miro al Angel y Protesto:

 

- Esto no puede ser! ¿Por qué Dios tortura así a estas Gentes? ¿Es que no las puede perdonar?

 

 

El Angel Sonrió y dijo:

 

- Dios no les ha "castigado". Dios les ha perdonado hace mucho, por eso les ofrece todos esos Manjares tan Exquisitos.

 

Entonces el hombre fue hasta una de las mesas y señalo uno de los cubiertos mientras le decía al Angel:

- ¿Pero no ves que aquí hay trampa? ¡Dios les está engañando! Les pone estos Manjares Tan Maravillosos Delante de sus Ojos ¡Pero luego les da unos cubiertos de un Metro de Largo! ¿Tú te crees que alguien podría comer con un Tenedor de un Metro de Largo ¡Es normal que tengan tanto Hambre!

 

 El Angel sonrió de nuevo: - Dios no les está Torturando, son ellos los que ELIGEN pasar hambre. Es su Libre Albedrío, es lo que ELLOS ELIGEN, así que ni tú ni yo podemos hacer nada. Aquello del "Libre Albedrio" le sonaba "demasiado mistico" a nuestro Hombre, que no estaba nada convencido.

 

Pero entonces el Angel le agarró y le llevo volando al Cielo para que pudiera contemplar.

 

En cuanto nuestro Hombre vio el Cielo, entonces comprendió. Porque en el Cielo había EXACTAMENTE la Misma Mesa que en el Infierno. La gente también tenía esos cubiertos de Un Metro de largo.

 

Pero, sin embargo, aquí todos Sonreían. Todos eran Felices. Y a todos se les veía Bien Alimentados, y disfrutando de su Banquete.

 

¿Cuál era la diferencia?

 

En el Cielo, cada persona usaba su Tenedor y su Cuchillo de un metro de largo ¡PARA DAR DE COMER A LA PERSONA QUE TENIA EN FRENTE!

 

Y quien estaba en frente, daba de comer a quien estaba Delante.

 

Como resultado, TODO EL MUNDO ESTABA DANDO DE COMER A ALGUIEN, y a todo el mundo había alguien a quien le estaban dando de comer.

 

Todos comían Felices, y todos estaban bien nutridos. Al ver esto, Nuestro Hombre comprendió. En verdad era una cuestión del Libre Albedrio. Los que vivían en un Infierno, en realidad, tenían las mismas Oportunidades que los que Disfrutaban de una Feliz Vida en el Cielo. Lo único que les distinguía era la forma en que Ellos Mismos Decidían comportarse.

 

 

Pescadores de ostras

 

""Existieron una vez, en unas tierras muy lejanas al, Oeste, más allá de las fronteras de Nuestro Imperio, dos pescadores de Ostras llamados Stauros y Giorgos.

Stauros tenía mucho éxito, pero Giorgos no podía casí mantener a su familia. Un día Stauros se ofreció a bucear con Giorgos para ayudarle. Fueron los dos juntos a la playa y Giorgos buceó hasta el fondo de un mar de aguas cristalinas y suaves.

 

En el fondo encontró una gran ostra grande y fuerte, con unos brillos llamativos y pensó "esta ostra me hará rico!", así que cogió con su cuchillo esa única ostra y se la llevó a la superficie con mucha calma y cuidado.

 

Apenas pudo llegar a la playa y sentarse sobre su blanca y fina arena cuando sacó su cuchillo y empezó a abrir la ostra para recoger su perla. Stauros, extrañado de que su amigo saliera tan pronto del agua salió también del agua y mirándolo extrañado le preguntó

 

"¿Por qué has salido tan pronto?"

 

y al ver la ostra en las manos de Giorgos le dijo "¡Has desperdiciado toda esa energía para coger sólo una ostra!"

 

"Sé lo que hago" le contestó Giorgos "tengo un presentimiento con esta ostra. Tiene algo especial"

 

Stauros observó en silencio mientras Giorgos abría la ostra

 

¡Dios mío!, no había perla en la ostra!

 

Giorgos cerró la ostra con cuidado y comenzó a acunarla entre sus cálidas manos...

 

 

"¿Qué haces ahora?" preguntó Stauros "Creo en la ostra" respondió obstinadamente Giorgos

 

"Si la cuido y la mantengo caliente, quizás acabe haciendo una perla para mí, por gratitud"

 

Negando con la cabeza ante la obstinada actitud de Giorgos, Stauros se marchó a sumergirse en las cálidas aguas del mar.

 

Se estaba haciendo tarde y necesitaba trabajar. Así mientras Giorgos cuidaba su ostra especial meciéndola entre sus brazos,

 

 

Stauros buceó solo y metió 100 ostras en su cubo, después subió a la playa y fue abriéndolas una a una. Cada ostra que no tenía perla la devolvía al agua. A la caída del Sol Giorgos continuaba meciendo su ostra vacía.

 

"¿Ha habido suerte?" preguntó Giorgos

 

"Sí" contestó flamante Stauros

 

"He tenido que devolver al mar a noventa y tres ostras. Sin embargo siete tenían una perla dentro.

 

Esta noche llevaré a mi mujer a la taberna para celebrarlo!"

 

"Stauros. ¡Siempre tienes suerte!" Suspiró resignado Giorgos acunando entre sus brazos su ostra vacía."""



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